Acabo de cambiar el foco insulso de mi cuarto por una lámpara amigable y que siento más acogedora. He llegado a mi casa temprano y a pesar de saber que tengo muchas cosas que hacer para la universidad, siento que es un día en el que tengo tiempo para observar y deambular un poco. Por eso puse la lámpara. He traído la laptop al cuarto de mi hermana porque me gusta como se ven los árboles del jardín desde aquí. De mi cuarto también se ven pero no si me pongo en la posición que estoy ahora. Cada sauce es por un hijo, dijo mi mamá cuando los sembraron y a mí me pareció bonito. Creo que empecé a pensar en eso porque encontré "En el Reino del Mescal" una leyenda indígena guatemalteca que ella me leía. Recuerdo a "Pelonegro" que era un niño que se fue con una calabaza mágica en busca del Reino del Mescal y que un chamán le dijo que escuchara solamente a su corazón que lo guiaría y que no haga caso a su cabeza porque ésta lo desviaría para-siempre-jamás-de-tu-camino-Pelonegro. La leyenda es fascinante sobre todo cuando ahora ya más grande me doy cuenta que Pelonegro, en realidad, al tomarse la calabaza que le dio el chamán entró en un viaje de alucinaciones del que nunca pudo salir y vivió así feliz hasta el fin de sus días - "todo lo multicolor pasó sobre él"- y enseñó el camino al Reino del Mescal a todo el que lo visitara. Esta historia ha venido a mí de casualidad, después de más o menos quince años y creo que valía la pena escribir sobre ella y los árboles de mi jardín que me hicieron acordar de la voz de mi mamá diciendo "Pelonegro" y "Mescal", y a mí pensando que no sabía realmente lo que significaba Mescal y que Pelonegro era un nombre que bien podría haber sido mío, por mi pelo negro... por qué no.
1 comentario:
SAL DE MI CUARTO.
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