Algun día nos encontraremos y no nos daremos cuenta. Recién veo, eramos tres en esa cárcel, mi celda no era mía. Te convertiste en el ave mensajera ya muerta,con el tiempo roto y el mensaje herido. Entonces el espejo nos dio la cara,'Satanás' dijimos en coro, lamimos su labio por turnos, cada uno, a tres tiempos.
Nos echamos, pierna al vientre, rodilla al piso, manos detrás de la cabeza. Yo no guardo nada en mi cartera de peluche.
Te fuiste Yola, ¿cómo hacemos?.
Te paraste en el medio y me leíste.
"No me mires grueso si eres tú el de la escoba, te empapé en gasolina y no me arrepiento. Duermes tranquilo y es entonces que te amo pero te prendo, más me amo a mi y a mi pellejo. No me mires grueso ahora, que estoy en coca".
Te dije que no lo hicieras otra vez, con sonrisa y de costado. Malditos sean tus tacos y tu espejo. "Yo conmigo". Tantas sombras han acaecido, y es que últimamente no como, mi alimento está extinto, tengo más sed que hambre y a veces vomito, lo que entra entra porque en realidad busca, encuentra, caminos complicados para estar afuera.
Todo está bien,
me siento tranquila,
tranquilamente tranquila.
Todo ha pasado ya. Te cuento ahora, Cristo, que eventualmente nos nivelamos, relamo un poco mi brazo y concluyo: "Así sabo".
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