Calma zunzuncito, me he acostumbrado a dormir con los ojos abiertos. Ahora puedo verme, así, todo el tiempo. No oigo cuando me piensas desde lejos, ya no sabría cómo dibujar mi palma entre tus dedos. Ya no estoy en la plaza roja ni en marruecos, ando más lejos, cerca de mi centro. El cuerpo me protege.
¿Quién eras? Solo recuerdo tu muerte y haberte visto leyendo, odiando-amando mis pensamientos enfermos, siempre enfermos.
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